racsonando

La hora cero

 

 

La hora cero

(En el reloj son las seis de un tiempo invertido)

 la hora cero es un laberinto sin salida.

Me miras,

y el aire se deshace como un velo de seda,

las sombras bailan en la pared desnuda, como espectros de un sueño.

Te miro,
y en mis ojos descansas como un canto olvidado,

entre ramas de invierno que tiemblan sin saber por qué.

La luna se refleja en tus pupilas, como un espejo roto,

y me pierdo en el abismo de tu mirada, como una barca sin rumbo,

sin velas, sin mar

Me hablas,

y la voz es un río que fluye sin orillas,

un murmullo que nace donde mueren las distancias.

Y se desprenden tus palabras, como pétalos de una flor,

y las recojo, como un coleccionista en sus sueños de amor

Te hablo,
con palabras que saben a mar y a ceniza,

susurros que llevan el peso de recuerdos inconclusos.

La arena se desliza entre mis dedos, mientras el tiempo se escapa,

y te busco, como un navegante  timonea su rumbo.

Me escribes,
y cada letra es un sendero en la arena,
un eco que danza bajo cielos desvelados.

La tinta se deshace en el papel, como el color de un crepúsculo,

y yo leo, como un astrónomo que busca su estrella.

Te escribo,
con la tinta de los inviernos,
con las manos que aún recuerdan la calidez de tu nombre.

La niebla se desliza entre las líneas, como el misterio que se esconde,

y  te busco, navegante nocturno de  salitre y de mar.

Me dices,

y el tiempo se quiebra como  cristales de luna,

las horas espinas, espirales que nunca terminan.

La realidad se deshace, como un velo que se levanta,

y yo veo, como un visionario que ve el futuro.


y el tiempo se quiebra como un cristal bajo la luna,
las horas caen en un espiral que nunca termina.

Te digo,
y mi voz es un barco sin puerto,
un suspiro que navega hacia donde tus latidos esperan.

Me besas,
y el mundo se disuelve en la ternura de un instante,
donde el abismo es solo un rumor de hojas cayendo.

Te beso,
con la prisa de quien sabe que la eternidad
es solo un destello atrapado en los labios.

Tú acá,
un susurro de luz en la penumbra que habito.

Yo allá,
la sombra de un cometa que perdió su órbita.

Y en el reloj son las seis de un tiempo invertido,
la hora cero,
donde el futuro se dobla sobre el pasado
y el presente se deshace
como un suspiro que no llegó a ser palabra.