Quiero un alba que cubra el misterio del mar,
que me acompañe durante mi deriva por la rambla,
quiero ese sol que se oculta,
pero que me deja su color.
Me olvido de las olas,
cual si estuvieran escritas en cielo de abril,
paisaje de una locura febril,
tardes con recuerdos de vapor…
Quiero esa tarde que se entregue,
lenta en compañía ausente,
porque ausentes somos todos,
primero y después de los astros.
Me entrego a las corrientes,
que me arrastran y me cansan,
por aguardar esa medianía de paz,
cuando volteo y no estás.
Soy el faro, (esperanza y vacuidad), la piedra y la espera,
rocío de mañana que se diluye en su decepción,
hay calores que no saben cambiar,
absurdos son, como lo es su turbación.