Tu resides
en los golpes de mi suerte.
En el cauce tibio y distraído
que sueña tocar el mar.
En la aventura cotidiana
de mi alegría todavía pendiente.
Sueño con tenerte toda.
Apretada y a solas
si tu corazón me aguanta
y con amarrar las horas
con tus manos suaves
a mi guitarra de agua.
Después soltarlas
al aire y mirarlas volar
salvajes
como palomas blancas.
Me gusta cuando me aguardas
y me miras y miras
sin mediar palabras.
Con el polen del mes de mayo
alegre, disuelto en tu mirada
y comiendo mangos
en el portón de tu casa.
-Entremos... (sonríes y dices)
y me alargas todos los brillos.
Lejos cursa el ruido
de las perdices
y cantan los grillos
en las tardes grises
sus tonadas tristes...
Son serenatas de amor sencillo.