El deseo, ese punto diminuto en el horizonte,
es la estrella oculta que guía mis pasos.
Con la firmeza del andar, lo lejano se acerca,
el eco de la distancia, un mapa trazado por el latido.
Eres tú, la cifra indescifrable de mi pasión,
el enigma que siempre se me escapa,
y al tocarte, siempre quedo corto,
como quien busca medir el infinito con las manos.
No puedes imaginar lo que ocurre en mí
cuando te pienso, cuando te deseo.
Ahora, siempre. Como un río que ignora su fin,
te deseo en cada instante, en cada respiro.