Diego Pantoja

Adiós compartido

No hubo nada que quedara  

ni de tu risa ni de mis manos,  

era solo un eco de nosotros  

vagando entre la noche y el adiós.  

 

Nos dijimos todo  

sin decir nada,  

y aunque el silencio pesaba  

se sintió, por fin,  

como una tregua.  

 

Ya no hubo lágrimas pendientes,  

tampoco promesas,  

solo el momento exacto  

en que entendimos que partir  

era lo único que nos quedaba.  

 

El adiós fue más sencillo  

de lo que pensamos,  

como si, al decirlo,  

se llevara consigo  

los retazos de ese tiempo  

que ya no era nuestro.  

 

Y ahora,  

en cada madrugada,  

a veces aparece  

el murmullo lejano  

de lo que nunca fuimos.  

 

Pero, ¿sabes?  

Ni ayer dolió tanto,  

ni mañana será distinto.  

Nos marchamos sin más,  

y en esa partida  

también se fue  

el miedo de volver.