Le hablo a las nubes
que cruzan los cielos
y grito tu nombre
mandándote un beso.
Se acerca la lluvia,
con ella los vientos,
la tierra percibe
la sed en tu pecho.
Yo busco en la playa
y miro a lo lejos,
las barcas que llegan
a golpe de remos.
Y son los marinos,
sus bravos remeros,
con caras curtidas
y serias, sin gestos.
Avanzan los días
de otoño al invierno,
y así, en las mañanas
aumenta el silencio.
Despiertan más tarde
los niños del sueño.
se alarga la noche
que surge primero.
Temblando, sonrío,
y escribo estos versos,
mirando en la bruma
el paso del tiempo.
Mi pecho palpita,
quizás por el miedo,
y vivo la vida
sorbiendo el momento.
Por eso sonríen
tus labios tan tiernos,
que buscan los míos
quizás desde lejos.
Rafael Sánchez Ortega ©
05/10/24