No es justo que deje de ser yo,
Ni lo es que mi resistencia sucumba
Por algo que simplemente pasó
Y no hay a quién reclamarle…
El amor murió y he de llevarle
Unas flores a su tumba.
Contarle allí, tal vez de rodillas,
Todo lo que me hizo vivir…
Tantas fantasías, maravillas
Y que yo debí haber sabido
Que si un día había nacido,
Otro día iba a morir.
Pero es que murió de pronto,
Me desconcertó su muerte…
De repente me sentí tonto,
Llorando al final del camino,
Por olvidar que en mi destino
Podía estar esa suerte…
El amor hoy es un difunto,
Un sentimiento que no está vivo,
Que me sorprendió a tal punto,
que juro que en este momento,
no estoy seguro de lo que siento
y ya no sé lo que escribo.
Muevo mis dedos por instinto,
No hay musa que me motive
Y haga de éste, un poema distinto,
Siento que hasta el aire me hiere
Y que en silencio también muere
Este poeta que escribe.
Cuando se muere el amor,
Un amor que parecía tan mío,
Muere todo a mi alrededor,
Poco a poco voy notando
Cómo sólo va quedando
Un horrible vacío.
Es que nunca me dejó saber,
Aunque estábamos comunicados,
Que la fortuna de querer,
El derecho legítimo a soñar,
El privilegio de amar…
Tenían sus días contados.
Pero hoy quiero llevarle flores,
Por tantas ausencias infinitas,
Vendrán momentos peores
Y aunque fueron dedicados,
Quedarán mis poemas olvidados
Y mis flores… marchitas.