Mi corazón,
sin espita para evacuar el veneno
absorbido por mi piel
de tu piel intoxicada,
en pactados armisticios
tras noches beligerantes,
sueña, en un laberinto
que me aísla de la razón
inmodesta y petulante,
sanar del efímero
y estrepitoso intoxicamiento
que tu tósigo con mi corazón
ha procurado.
JOSE ANTONIO GARCIA CALVO