Mauro Enrique Lopez Z.

Una tarde hermosa

Una tarde quería pasar unos momentos 

alegres.

Me fuí a un bar, tomé asiento; 

de pronto llegó una dama con poca 

ropa en su cuerpo; me dijo buenas tardes,

en que te puedo ayudar ; una cervecita 

bien heladita, que manera de pasar la 

tarde.

 Ella felíz porque yo jamás le dije 

algo que pensará mal de mí y, de ella 

también.

 Solo sé que hasta el día de hoy, no

hay enojo porque, de vez en cuando mi 

alcoba es testigo de un romance de amor.