El ya no vuelve y cada paso que doy es un verso perdido,
cada instante, suspiro que se muere sin florecer en el viento.
su ausencia imantada es como brújula sin movimiento,
una melodía que resuena a la distancia en la profundidad
de todo lo que compartimos, cuando el mundo era
una novedad de matices en que se concentraba la alegría,
hoy solo obscuridades que no cesan de apresarme.
Lo velan mis ojos sin cuerpo cada instante, mas no
no lo entierra el sepulcro el pensamiento, pero sí, lo resucita
cada segundo el corazón que no sabe de olvidos solo de penas.
La vida, reflejo incierto de su ausencia, de su luz en mi vida.