Veo que la cola avanza,
yo ya me voy acercando
y sin querer, voy rezando
sin saber a qué o a quién.
Presiento que eso no sirve;
fácil es ir de decente
con la excusa de creyente
que canta al final amén.
El pánico ya entra en juego
pues yo me siento culpable
de ser penosa y dudable
por saber y por verdad.
Es como un juicio final
donde no hay escapatoria
de lo que quedó en la historia
y no merece piedad.
Ya me acerco, ni uno pasa,
y yo solo veo harina.
Solo debo, por doctrina,
despe