Tendí el mantel blanco que bordó mi madre.
La ilusión rosada y la esperanza verde.
Pasión escarlata y un sueño celeste.
Así de colores adorné mi mesa.
Llegaron callados, sin ser invitados,
El silencio impío con su desengaño.
Aves agoreras de tristes noticias.
Cuando yo esperaba mi próximo poema.
Fue entonces, querida, amorcito mío,
Que busqué tus brazos, tu pecho y tu boca.
Escondí mis manos en tu cuerpo tibio,
Desperté de un sueño y anduve tu senda.
¡Que hermoso refugio en tu hoguera mansa!
Cómo no cantarte trovas amorosas
Si sentí en mi alma alegres campanas
Tañendo cariño, amor y ternura.
Te quiero, mi reina. Te adoro, mi cielo.
Si algo has de darme, dame más palabras
Que quiero arrullarte con inmensidades
Y quiero ocultarte en mi corazón.
Yo he sido tu niño, tu nene malcriado.
Y tu, mi mamita, sostén de mi vida.
Tengo el amor limpio, sincero, infinito.
Atiende este anhelo, rayito de luna.
Ahora que espero la nave del tiempo,
Sigue iluminando mis pasos cansados.
Aún queda tiempo, mamacita linda,
Que seas cada día, mi próximo poema.