Fer Belek

Levógiro

Muero...

clavaba, desangrada,

partida al medio.

Me miro involuntaria,

quiero sacar de una vez,

toda la rabia que me explota por dentro,

la mirada se me vuelve azul cielo,

con alta densidad de anhelo.

 

Me ahogo,

y acallo todo aquello que no es mi centro.

La arena en su manto,

se vuelve reloj de ensueño.

Se que no soy esa,

que se manifiesta con impuestos ciegos.

 

Se que no soy esa,

que se lanza como una moneda al viento,

que juega con el azar de las nubes del tiempo.

A veces,

que infantil me siento,

por no poder determinar,

mis lamentos. 

 

A veces,

que destrozada quedo,

por no poder armar,

de mis pedazos ningún cuerpo. 

Es que hay silencios que rompen más,

que alaridos muertos.

 

Y si de algo soy consciente, 

es de mi,

de mi entrega al mil por cierto.

De mi,

de mis carencias mutiladas en versos.

 

De mi,

y mi corazón hambriento,

que busca enanejado,

convertirse en la estrella del Este de este universo.

 

De mi alma deflagrada,

incendiada en espejos,

demasiado reventada...

de tantos, malditos, e imposibles sueños.