Sobre la mesa indefensos mis versos
que en el silencio declaran su orfandad,
con mis lágrimas besando al tiempo
que entonces me vieron solo fracasar.
Una melancolía que se abre muy lento
donde el miedo borra a mi felicidad,
mientras entre fantasmales pensamientos
el universo me atrapa en su simple girar.
Un presente vestido de un negro perverso
y una brisa que me sabe acariciar,
un corazón que en su drama es sincero
que no sabe qué es lo que me va a pasar.
Mi mente en un laberinto de recuerdos
en un abismo que hoy no puedo ya saltar,
enfermo por todos mis crueles miedos
donde me cuesta tanto poder respirar.
Llevo miserias disimuladas en mi cuerpo
en infiernos donde me debo arrastrar,
y el estigma de aquel último beso
con huellas marcadas para no tener que olvidar.
Un alma que ha guardado mis secretos
mientras mi memoria solo sabe regresar,
con mi poema que muere aquí indefenso
porque quedó escrito solo por la mitad...