Hoy no hay palabras que reconforten,
soy necio y el silencio es mi soporte.
Cada paso en el camino me encomiendo a lo divino,
sino el regreso es intranquilo e inquietudes apilo.
Cuanta falta me hace un abrazo de mi madre,
no decir nada y que las lágrimas por mí hablen.
Niego lo que es sosiego,
ruego por mi ego y dentro de los escritos me encierro.
No pretendo buscar soluciones,
si la pena se acrecienta, se liberan otras emociones.
La cuestión es cuestionarse,
una brújula moral para pensar y no dañarse.