Augusto Fleid

No hay que mirar atrás

Miro atrás,
las huellas se asoman,  
como estrellas de mar,  
petrificadas en la arena del tiempo.

 

 

Han pasado tantas lunas llenas  
que deseo romper el hilo de los días  
con los dientes,  
sumergirme en la noche eterna  
donde el presente sea un susurro,  
sin condenas, sin relojes que muerden.  

 

Mas el camino arde,  
caminos sin retorno,  
donde perderse es el precio  
de la vida misma.  

 

 

Un jarro de agua fría  
cae en mi corazón sediento,  
y en el altar de la herida  
enciende un suspiro,  
dibujando un beso en la frente  
con el alma encogida.  

 

 

En mis ojos habita  
un pasado presente;  
para mí,  
la despedida no ha concluido.  

 

 

Vestida de paciencia,  
sólo anhelo el eco  
de un beso en el aire;  
pido a la poesía  
que reparta paz a los ausentes,  
como el rocío en la mañana  
que abraza lo perdido.