Puede que haya fallado,
mas no me arrepiento de haberlo intentado.
Pienso tropezar nuevamente,
cometer errores, recibir fracasos,
rasparme las rodillas.
Fallar es solo la tinta
con la que se escribe la experiencia.
El camino equivocado me enseñó
tanto a donde no quiero ir
como a donde deseo llegar.
Aprendo de cada error,
fallando con alta precisión.
Y más allá de lo casual del destino,
haberlo intentado,
con que ganas y que esfuerzo,
sí que valió la pena.