Al saber que tan sólo le quedaban unos meses de vida,pensó en la mejor forma de aprovechar dicho tiempo, y fue entonces cuando reflexionó con mayor fuerza que nunca, en mayor profundidad sobre su vida. Por muy desagradable que fuera se obligó a reconocer que estaba en la etapa final de su existencia, obligándose a decir y pensar la forma y manera más acertada de pasar ese tiempo tan corto. Por consiguiente se limitó a actuar de acuerdo con esas decisiones. Una vez asumido que el final de la vida, no tiene que ser la peor parte, al contrario lo mejor hay que dejarlo para el postre. Disfrutó más de la familia, de los amigos, que en tada su existencia previa. este tiempo fue como un curso intensivo de felicidad. La pregunta es: ¿Es necesario encontrarse en una situación así para empezar a valorar la vida?