Para vos, que al igual que yo,
deseamos ser y trascender a través de la palabra.
Y cuando siento que he perdido todo
me queda la palabra,
la intangible garantía
que eterniza la existencia,
que atesora memorias,
que hereda la historia.
Cuando la poesía no conocía,
en la ignorancia permanecía,
de no comprender que del caos
la belleza surgiría.
Lo que se esfuma
es precisamente el ahora,
lo que el cuerpo si quiere aprisiona,
más nunca el tiempo controla..
Efervescencia de pensamientos,
laberinto de sentimientos
¿qué es lo que me habla en medio del silencio?
la conciencia que no se relaja
y que por eso no encaja.
Colocando mi corazón en la mano,
en un desmesurado intento por explicar lo que soy,
me encuentro con la eterna condena
de cuestionarme siempre quien soy,
cuasi un conglomerado insólito
de recuerdos e incógnitas,
al cual por darle nombre,
podría llamársele locura.
Entre la delgada línea, o la invisible frontera
de la locura y la cordura,
divago y tránsito en todas las líneas de tiempo
que en mis memorias subsisten.
Acinado en mis esquemas,
me derrito entre pasiones,
subestimar realidades
es normalizar fantasías,
anestesiando el dolor a través del placer.
Sumergido e inmerso
en las profundidades de la nostalgia y los anhelos,
confieso que hoy este cuerpo,
es aun partícipe de la vida,
de esa que creo, no merezco.
o más fuerte, no sé cómo la conservo.
Distraído y retraído,
contumerioso y quisquilloso,
inconforme y agradecido,
comprendo que mi historia
mejor no pudo haber sido.
¿En donde se protesta cuando lo irrisorio gobierna?
indescriptibles nudos en la garganta,
grilletes que apresan la esperanza,
indiferencias que aplastan al entusiasta,
más no su luchas por sus añoranzas.
Estando desnudo es que escribo mis poemas,
pues es más fácil desnudar al cuerpo que al alma,
y es aquí en el papel
donde mis desgracias se visten de resonancias
que transmutan las ansias
en letras de abundancia y perspicacia.