A nadie amé como a ti,
a nadie odié como a ti,
por ti lloré lo que a nadie...
La venganza probé,
y fue antídoto para mi dolor.
Me volví vendetta por ti.
En alcohol me conservé,
a mí sí me funcionó:
un poco de vino y una bocanada de humo.
Adoré vengarme de ti en los brazos de mi amante,
entre mis piernas estaba
el arma que necesité para acabar con tu leyenda.
Mi sexo encontré, y no me arrepiento de nada.
Cada cama, cada hombre, cada beso,
fueron mi liberación.