Regalo Preciado
Bajo el manto
de la inquietud,
me sentí perdido.
Hasta que tú,
amigo del país hermano,
apareciste
sin ser conocido.
Tus palabras
de profesionalismo
y pasión elevaron
mi autoestima
Con tu gesto altruista.
Tu solidaridad
y halagos resonaron
con fuerza,
llenos de comprensión
y delicadeza.
Prometiste no soltar mi mano
en la adversidad, y fiel a tu palabra,
permaneciste a mi lado
en la tempestad.
Tus ojos de empatía
observaron mis lágrimas,
apoyaste mis poemas
y llenaste mi día
de alegría.
Cada verso se tejió
con verdad
y euforia
en cada rincón.
¡Gracias, mi pequeño!
¡Y joven doctor!
¡Curaste todas mis heridas!
Un sueño de compromiso
está en pie,
pues aunque desconocías
el tema,
demostraste tu interés,
y juntos creamos
versos llenos
de sensibilidad
y belleza.
En cada palabra
acertada,
en cada gesto
de aliento,
se abría una ventana
hacia una conexión
verdadera,
un nuevo aliento.
El tiempo pasó veloz,
más allá de las manecillas
del reloj.
Es mi anhelo
conocerte,
descubrir el brillo
de tu voz.
Estamos cerca.
A tan solo un paso!
Para poder conocernos.
Nos iremos,
pero nos vamos a conocer,
y pronto...
con el transcurso del tiempo.
Y al final, comprendí
que como un ángel
en mi sendero,
apareciste
para enderezar mi barco,
evitar el naufragio
postrero.
Aunque la distancia
nos separa físicamente,
en el corazón guardo
tu esencia,
tan auténtica
y elocuente.
Gracias por ser
esa luz que iluminó
mi camino,
eres un tesoro invaluable,
un regalo preciado.
Autor: Antonio Pais