Hay dos días en la semana por los que no deberíamos sentir preocupación alguna, dos días que deberían estar libres de miedo y aprensión. Uno de ellos, es ayer con sus errores y aciertos, con sus heridas y dolores. El ayer ha pasado para siempre y no hay nada que podamos hacer al respecto. Todo el dinero del mundo, no puede deshacer ni uno sólo de nuestros actos; no podemos borrar ni una palabra que hemos dicho. ¡El ayer ya se ha ido!. El otro día por el que no debemos preocuparnos es el mañana con sus promesas, exigencias y problemas. Tampoco el día de mañana, está en nuestras manos. Eso sin lugar a duda alguna, nos deja sólo un día hoy. Podemos decir, que cualquier persona puede batallar por un día. Por lo tanto ¡vivamos sólo un día a la vez!.