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ODA A LA DUDA

Has terminado por fin en el podio.

Tantos siglos ardiendo en la hoguera.

Ahora brillas con tu silencio meditado,

empinada montaña hacia el cementerio del aserto!

Tanto sufrir en la negación del perfil oscuro.

¡Y qué gran luz eres en el sombrero del asombro!

En tu pecho de lunes, los viejos agoreros cuelgan medallas

envueltas en guirnaldas rematadas en suicidios.

Ya nadie promulga encarcelar la diferencia

ni inyectar solo sangre a la vena del dinero.

Ahora la virtud es la pregunta reflejada en tus ojos.

Los oráculos y sus axiomas esquilmados

se ahogan en su propio desconcierto

y rodillas en el suelo simulan reverencias.

Duda de camisa blanca y detonada al final de la oración,

duda ruda confirmada en tu sabio silencio musitante,

duda para alumbrar la incertidumbre,

duda curva del camino sin estela,

duda limpia, duda toda y duda bella,

duda que confirmes mi existencia.

 

Duda, no me dejes solo a merced de mis certezas.