Un día estalla el sol,
las risas flotan en el aire,
se escucha un canto alegre,
es la vida que te abraza,
esos miedos se disipan
y la amistad vuelve sin condiciones.
Otra mañana aparecen sombras,
sientes un peso en el pecho
que aprisiona tu corazón,
y brotan las lágrimas
que precisan tu tristeza.
Como una danza entre alegrías
y tristezas,
como un juego eterno de dulce amargor,
van las almas navegando mares
de júbilos y dolor.
Así vivimos días y noches,
somos risas y llanto en el viento,
ecos fugaces, brotes fluyendo.
Al final queda el ser
en ese vaivén constante,
que nos enseña a ver,
la vida en su esencia,
abrazados por la experiencia.