En poco tiempo, conocí la modestia del amor
rebuscado centelleo de mis versos juveniles.
Dejé en libertad la mariposa de mi dudas volar,
fuera del ataúd de los amores migratorios.
En mí, haces surco por donde andas,
no cabe miedo del infierno en tus brazos,
con tu cabeza apoyada a mi hombro, tu sonrisa de primavera,
como antibalas de nuestra sorda lejanía.
¿Ves cómo te sirven tu mano y tu boca
y tus labios y tus dientes, y tu lengua
en esa noche apagada
cuando quieres cantar?
...y si no hay mañana, no importa,
ya supe que no se ama a lo que no se tiene,
y lo que no se tiene, se ama
hasta que se pierda...
Droh Joël Arnauld Keffa