Pilar Luna

CRUZADA. NACE EL POEMA

El poema nace esperando,

mi pensamiento no es importante,

soy mera apariencia

y soy mi tormento,

la que pierde las rimas y las normas,

pero los prados del bosque

sienten la respiración

de un poema que se escribe solo,

delirio que agrada a los dioses

que manejan los hilos,

ingobernable entre el cuño de tinta

y la savia recogida

cautelosa de las hojas muertas,

sutilmente llega a la raiz

y encuentra los cinco sentidos

de las plantas desaforadas

en las noches de insomnio.

Pendones que claman al cielo,

las ramas, agazapadas,

salvadas de su agonía,

devoran libros por el hastío

donde las escaleras de roca

pierden el aliento.