Esperándote, y no llegas
Hace varios días no me siento bien. Es por las tensiones, las esperas, por tu ausencia…
Una justificada ausencia… por haber dicho palabras que no te merecías.
¡Este mi maldito carácter…!
He mandado a avisarte de mi dolencia… la que se transforma en una terrible soledad…
Mi elevada presión me lleva a estar casi todo el día en cama.
“No es para alarmarme”, dice mi médico.
Todo mi problema es nervioso.
Por los grandes que por todo hago de mi vida, una constante preocupación… la que podría subsanar si tomase las cosas cotidianas con más calma, con serenidad…
Trato que así sea, pero ni puedo evitarlo.
Justifico tu alejamiento, no tu tan prologada ausencia Te he dicho palabras fuertes.
Pido me perdones.
No me siento con voluntad de nada… mi pensamiento está solo en ti.
Me preocupa tu prologada ausencia… ten piedad de mí.
No estoy imposibilitado.
Solo que de nada tengo voluntad.
Tu presencia cambiaría mi estado de ánimo. Ayúdame a lograrlo.
Tantas veces te he prometido cambiar… y aquí estoy pagando las consecuencias…
Sabes de mi gran amor hacia ti… sé que no supe retenerte junto a mí, como tú te lo mereces.
Dame una oportunidad más…
Debo lograr ese cambio… necesito vuelvas a estar a mi lado.
Estás cansada de mis promesas…
Sin ti, estoy cansado de mi soledad, y a veces… de vivir…
Esperándote estoy, y no llegas…
Autor: Hugo Emilio Ocanto.
8 de enero de 2015