Vamos, entiendeme... yo no puedo enamorarme de ella y tú no debes ilusionarte, cual si fueras mendigo, siguiendo migas de cariño sin reparo... Ponte a pensar, que hace un pichón pretendiendo a una paloma... Es como querer lo inapensable, desear lo prohibido y ambicionar... sus labios mortales...
Pero... no puedo controlarme, tan solo de ver sus gestos pícaros, sus movimientos hipnóticos y su andar de andaluz... Me acobarda e intimida a decirle... cuán enamorado estoy de...
Olvídalo... Pretender probar duraznos condensados en miel venenosa o querer abrazarla es querer resbalar por rechazo fangoso... Ella es una rosa rodeada de muchas espinas... Una de ellas ya la tomará y se olvidará de que existo...
Pero consciente estoy, corazón... de que ella no es para mí... de que llegué muy, muy tarde al reparto de su cariño... Y de que quizá la diferencia es abismal... Pero dime... ¿qué mal te hago si te quiero? Pues desgraciadamente uno no puede elegir de quién ilusionarse... Cual diferencia entre tú y yo, cariño... es... que yo... sí... te amaría...