Traté de verte,
mirando al horizonte,
pero no estabas.
Tampoco el puerto
dejaba tu figura
en mis pupilas.
Te habías ido,
me dije, en el silencio,
y sin palabras.
Sentí tristeza
y un largo escalofrío,
cruzó mi cuerpo.
Me sentí solo,
en medio de la vida,
como un mendigo.
Y miré al cielo.
en busca de las nubes
y de sus lágrimas.
Lucía el sol
debajo de aquel manto,
azul celeste.
Y suspiré
sintiendo el gran vacío
con que me dejas.
Así es la vida,
con olas y resacas
que van y vienen.
Rafael Sánchez Ortega ©
09/10/24