Vas por la calle y de pronto un rostro parece
Un supuesto pero se transforma
En adjetivo.
Esa conjunción no es un definitivo
Y la duda es pensamiento que fragua
Enciende: unas veces es Carlomagno
Entrando en Alejandría
Alazán de victoria; otras es como
Un charco que todo el mundo pisa
Sin memoria.
Es extraño extrañar, eso lleva a no definir
Si mi nombre es nombre para ese rostro
O es lo que el aire no devuelve.
Todo ese ir y venir es ola de cuervos
Y palomas que no fija la memoria.
El misterio de esa cruz es que no posea
Clavos, y por otro, que la cruz esté vacía,
Las acuarelas son así.
No pararé, no llevaré al límite mi memoria,
La calle tiene esquinas que llaman
Diferente en su redondez de palacio.
Pararé y no dejaré, que al llegar a mi casa,
Entre rejas mi pluma quede;
No soñaré mi casa... mi casa nueva.