Es la divina conciencia
la certera compañera,
esa palabra sincera
de una invisible presencia;
del pensamiento, la esencia,
una sabia consejera
que te ayuda en larga espera
de adormecida inconsciencia;
es el fuego que no quema,
llamarada que ilumina
con primigenia verdad;
es la intuición más suprema,
el levántate y camina
en pos de la libertad...