Chico

Otoños

La maestra del pecado seduce,
besa y apapacha en el comienzo. 
Con una sedosa piel de lienzo, 
envuelve tu alma y el amor produce.
 
En el color de sus manos luce  
la promesa de nuevo recomienzo  
y por su indecencia me avergüenzo 
de seguir donde su cuerpo conduce.
 
Su figura es pincelada libre, 
que silencia los besos regalados,
y revuelca a quien la desequilibre.
 
Son los cálidos otoños soñados, 
culpables de que nuestra carne vibre,
en el remanso de los educados.