Soy sensata, o al menos lo intento.
Feliz, aunque siempre con miedo,
una pizca de tristeza que aparece y se disipa,
como el humor de la primera cita,
ligero, pero inquietante.
Tengo miedo.
Miedo de querer demasiado,
de dar más de lo necesario.
Me dices tierna, hermosa, preciosa,
pero al verme al espejo solo me encuentro desastroza.
El reflejo me devuelve algo roto,
algo que no encaja con lo que escucho,
una imagen distorsionada de lo que fue.
No sé sostener un halago.
Es más fácil pensar mal,
porque creer en lo bueno me da vértigo,
como un abismo que no puedo cruzar.
¿Y si son mentiras disfrazadas de verdad?
¿Y si soy yo quien no sabe abrir los ojos?
Soy una mezcla extraña.
Valiente y miedosa.
Una sonrisa sincera con grietas transparentes,
que muestran más de lo que ocultan.
No soy lo que quiero ser,
pero tampoco sé quién soy realmente.
Estoy entre lo que siento y lo que aparente,
esperando el día
en que la niebla se disuelva
y encuentre eso que perdí hace años,
el brillo que se esconde tras el miedo de los peldaños.