En el desván,
dormidos y olvidados,
hay muchos libros.
Llenos de polvo,
ajenos a la vida,
allí descansan.
Fueron un mundo,
distinto de la infancia,
que yo viví.
Y los recuerdo,
ahora, en este otoño,
con sus colores.
¡Qué bellas letras,
cargadas de aventuras,
pude leer...!
Y aquellos ratos
de amor y de ternura
que descubrí.
Era otro mundo,
de sueños y utopías,
que vino a mi.
Hoy, el otoño,
se funde con la vida,
en mis recuerdos.
Y desearía
volviera aquella infancia
con estos libros.
Rafael Sánchez Ortega ©
10/10/24