Salvador Galindo

Perro fantasma

Si es que puedes dar la mano del honor,

se hace de noche enseguida,

e intentas ser uno entre la multitud.

En las aceras crípticas de la ciudad

trata de adivinar por una vez en tu vida,

la perseverancia de la chispa

a través de la pública escena del crimen.

 

No es otro que tu trasnochado espejismo.

 

En el último y tercer día,

No sienten el filo en la espalda, sin antes,

Sentirlo directo en el rostro

Como un choque vespertino.

 

Anticípate al miedo de lo que celosamente deseas

Desde ahora ese es el código del caminante,

Un extraño como todos.

 

Quizás, cuando sientan el fluir de su mente

Antes de la lluvia en los terrenos baldíos.

Quizás, cuando lloren por el hecho de partir

Antes de perder lo que no podían olfatear.

Quizás, cuando los santos de los suburbios

contemplen todos los esquemas

Quizás, cuando los derrotados retrocedan para recoger

La bandera de los que sobran.

Quizás, cuando cada rincón del mundo,

no sea otra cosa que mundo.

Quizás, cuando las cosas, en general,

no estén representadas por sí solas

o quizás, cuando llegues a ver a tu sombra darte la espalda,

será cuando te prepares a perseguir

a quienes sabotean tu paranoica existencia

Tu espíritu,

Tu espejismo.