A ti te canto viejo anhelo,
te canto desde esta tierra
donde se fraguó un querer
que nos vió empezar aquello
a lo que el corazón se aferra
pero no llegamos a tener.
Fué aquel cálido abrazo,
viendo el suave amanecer,
desde el dintel de la puerta,
principio y un primer paso
para empezar a florecer
la más inexperta pareja.
El tiempo fue mi testigo,
no lo supe hacer mejor,
ni pensé el como ni el porqué
de la traición de un amigo
que resultó un mal actor,
o tal vez un no sé qué.
Fuíste un gran amor en mi vida
mas no lo fuí yo en la tuya,
tal vez no supe llegar a tí
ni cuidar a la persona amada,
y antes que el tiempo lo diluya
y hoy debo recordarte aquí.
Acepté hace mucho mi castigo
y lentamente el tiempo pasa,
blanco el cabello y el olvido
y todo cuanto pudo haber sido
una tenue brisa lo regresa
y recuerdas, a veces, lo perdido.
Si un día, será ya en otra vida,
viendo un suave amanecer,
tiernamente alguien te abraza
y un destello en su mirada
ves de nuevo aparecer
y un recuerdo se entrelaza.
Si en sus ojos reconoces
el mirar de un alma antigua
que te ruega que lo aceptes,
ten piedad y no lo apartes
si su anhelo lo atestigua
y en tu corazón lo sientes.
Que no hay nada más bello
que dos almas que se encuentran,
y respondiendo a su destino
toman de nuevo el camino,
y sus manos se entrelazan
y baten en un mismo latido.
Y sea así verdadero y cumplido
lo que en otro tiempo
no pudo llegar a ser
pero tuvo que haber sido.