Una tarde conocí a un caballero, al llegar su perfume inundaba el lugar tenía un olor especial una mezcla de café y un aroma semejante a miel, al principio me miro con cara de insospecho, después se dio cuenta que era también un demonio pintado con cara de ángel, sentí su nerviosismo, dentro de mi solté una sonrisa, el jamás espero encontrarse conmigo.
Ni yo con el, nos miramos como si fuera la última vez, no es que no , nos atrayeramos es que éramos del mismo lugar de donde los inmortales no pueden entrar, y aquellos como nosotros jamás se pueden topar.