Si te hubiera amado y entonces aún, bajo el tibio sol de una precoz primavera. Si paseando por las calles te contase todo y sin lápiz ni papel, te escribiera un poema.
Si antes de atravesar la calles esperando el verde, te asaltase con un te quiero enorme y me detuviese en la primera heladería para ofrecerte una copa de limón y freza.
Y si después, caminando de mano por el parque te mirase a los ojos y mis labios tocasen tu puerta. Te diría con voz firme, bebiéndome tu aliento, que el amor existe y vive después de los sesenta.
El amor no tiene edad, el beso no tiene años y la juventud es una quimera eterna. La vida es perseguir un sueño despierto y contar entre suspiros las estrellas.