En la vida, el jubilado, con esfuerzo ha labrado,
no espera limosnas, su valor ha demostrado.
Con años de trabajo, sudor y dedicación,
merece un merecido descanso, un justo reconocimiento.
No es un mendigo en la calle, ni sombra del pasado,
es pilar de la vida, un legado bien sembrado.
Que el oro de su historia brille en cada rincón,
y su paga sea digna, un acto de gratitud y razón.
Que le den lo que es justo, por su lucha y empeño,
un hogar que lo abrace, un futuro sin ceño.
El jubilado es un rey, en su trono de vivencias,
que viva con alegría, en paz y abundancias.
Celebremos su viaje, sus logros y su ser,
un canto a la esperanza, a la vida por venir.
Que cada día nuevo le regale una sonrisa,
honrando su legado, su esencia, su brisa.