El día se apaga en silencio,
como las luces que se desvanecen al mar,
pero incluso en esta oscuridad creciente,
tu recuerdo sigue brillando, sin cesar.
Bestia pequeña, fuego fatuo,
con una fuerza que desafiaba mi calma,
eras la corriente que no podía domar ,
te dejaba llevarme siempre a donde querías ir.
Nos movíamos como barcos de papel,
flotando en mares inciertos y sueños quebrados,
tan diferentes, pero siempre entrelazados,
tú, con tu furia, y yo, con mi deseo de paz.
Y como los axolotes que tanto amabas,
navegabas entre las sombras y la luz,
una criatura eterna, suspendida en lo posible,
siempre cambiando, pero siempre tú.
Tu risa se perdió en el tiempo,
pero en el eco de los días muertos,
mis manos aún buscan las tuyas,
y aunque nos perdamos en el olvido,
siempre te encontraré,
entonces, sigamos juntos.