El hondo desamor la luz apaga,
el tiempo presente se torna en pena;
en el instante que el alma se ahoga,
se retuerce un lamento de condena.
Las largas horas en llamas irrogan
un gemido de angustia que es un grito
en el silencio; mis martirios ruegan
que me socorra el alivio bendito.
Es el amor, frágil como el cristal,
que en la gris niebla de la indiferencia
cae en depresión de dolor vital,
locura perversa de una inocencia.
Oh amor, que a ti siempre el cielo te aprecie,
mientras que el cruel Báratro te desprecie.