FLORES AMARILLAS…
Quiero empezar un nuevo comienzo en donde tú sigas tu camino y yo el mío.
Quiero dejar ir mis miedos y volverme a enamorar para cantar de nuevo
con alegría y gozo, enamorarme de un buen hombre y pueda decir su nombre y apellido.
¿Buscar en mis adentros desde cuándo e anhelado ser amada?
¿Desde cuándo me vi sin amor y quise encontrar quien me amará?
¡Quiero andar esos caminos, por donde no pase ayer, o creo que nunca!
tengo ganas de amar un hombre, que me ame como merezco, ya me cansé de esperar.
Ahora me doy al que mi amor valore, al hombre que me lleve a la cama,
me cubra de besos, de los pies a la cabeza, que me llene de caricias,
Que me vuelva loca amándolo hasta entregarle toda mi vida y todo mi amor solo a él.
Voy en busca del amor, me prohíbo morir, sin ser amada, ya antes tuve un gran amor
en mi vida, solo un hombre ha tenido mi cuerpo, porque me enamoré de él, sin volver atrás,
él estaba ansioso, por hacerme su mujer, porque enloqueció de amor por mí,
yo joven, con deseos carnales, hicimos el amor noches enteras llenos de pasión,
deseo, ardor, furia, ira, enfrascados en una pelea de titanes, éramos gladiadores con ganas
de sumergirnos en la carne, que ardía como leños en combustible para generar más energía.
Recordarlo, me vuelve a encender como cerillo ansiosa de apagar el fuego que llevo dentro,
ese hombre era lumbre, encendía mi cuerpo con solo rozarlo, eso me inspiraba a amarlo,
con tal fuerza que me estremecía en sus brazos, me sacudía con rudeza y pasión,
para que mis pechos, quedaran en su boca, dándole a beber su deseo favorito.
El cielo me lo arrebató, desde entonces muero un poco todos los días, por no tenerlo conmigo.
Que Dios lo tenga en la gloria, ese hombre me hizo feliz 35 años y aún lo extraño.
En su tumba siempre dejo flores amarillas cómo símbolo de que lo sigo amando.
Alicia Pérez Hernández México
No es la pluma la que escribe, es el alma
Todos los derechos reservados©
Rondo por las oscuras paredes de mí misma,
interrogo al silencio y a este torpe vacío
y no acierto en el eco de mis incertidumbres.
No me encuentro a mí misma
y ahora voy como dormida a las tinieblas,
tanteando la noche de todas las esquinas,
y no pude ser tierra, ni esencia, ni armonía,
que son fruto, sonido, creación, universo.
No este desalentado y lento desganarse
que convierte en preguntas todo cuanto es herida.
Y rondo por las sordas paredes de mí misma
esperando el momento de descubrir mi sombra.