Salir escarmentado, en la marcha hacia la huida de un último adiós.
Un hola que pasa entre dedos de agua, espinas, miradas, cueros... Y termina en los pozos de despedida.
Una ola que cae por el barranco, que se lleva hasta suspiros y desencantos.
Entrar en lo desconocido, aceptar el pacto del dolor futurible, arriesgar cada aliento en pos de un beso.