Cuéntame
Cuéntame,
antes de que los vientos del norte,
se transformen en turbonadas,
y se lleven tus sonrisas mansas,
para nunca más volver.
Cuéntame,
antes de que el amanecer
me muestre que,
ya no siento el cosquilleo de tu calor,
entre los surcos de las sábanas.
Cuéntame,
lo que quieras,
antes de caer la noche,
así no me dejes el alma a oscuras
y mi espíritu ciego,
sin tu luz boreal
que abruptamente me arrulla.
Cuéntame,
qué lo que vivo,
qué lo que siento,
no es un sueño,
dime,
por favor,
qué es una enfermedad con nombre,
qué se llama la enfermedad del amor.
Cuéntame
a mis oídos,
con tus labios de seda
y tu voz de terciopelo,
bisbiseos que desmelenen mi corazón.
Cuéntame,
con el brillo de tus ojos,
tus cuerdas locuras,
con mucho ton y un poquito de son,
que tanto alborozan mis entrañas.
Cuéntame,
qué lo que vivo,
no se petrifique en olvido,
que no se llene de moho,
para qué una fría estatua de tu recuerdo.
Cuéntame,
qué tus palabras sean el terremoto
que destruya la quimera,
esa que te pienso,
esa que te adoro,
y dejen al descubierto
los galanes cimientos vívidos de tu ser.
Cuéntame,
sí, sí,
todas tus penas,
todas tus glorias,
que las guardaré,
con mastodóntico mimo,
con sigilo minucioso,
en la caja fuerte del amor.
Cuéntame,
háblame,
dímelo,
no pares,
así aumente ese campo magnético,
qué me secuestra,
qué me maniata a tu gracia.
¡Anda!
Cuéntame.
Mañana tal vez ya no esté.
José Ángel Castro Nogales
© Derechos de autor reservados
14/10/2024