Una noche sin limites
la piel desnuda
se transforma en un enigma
a veces
en la incertidumbre
de la propia existencia.
La ciudad un juego de susurros
y gritos que nacen del silencio
la pasión más débil
como hojas secas
se esconde por rincones olvidados
el habitante atrapado
no por la oscuridad
sino por el deseo sombrío
de olvidar sus fantasmas
que acechan su espíritu.
En la calle de adoquines
unas luces intermitentes
como faros alucinados
baila una danza sombría.
La noche es dura
atrapa como un manto
cada alma con el mismo signo
la misma sombra
con el miedo no distingues
la realidad del desvarío.
¿Quién somete a juicio la violencia?
Cada esquina de la ciudad
guarda un secreto
como una manzana se pudre
a veces cuando cae entre hierbas
a veces cuando una mano las corta
y no abre sus ojos.
Hojas que el viento arrastra
sin dirección ni propósito
el tiempo y el espacio
pierden su verdad
así vivimos
como fragmentos de una historia rota
de una ciudad sin sueños
espejo de nuestra propia incapacidad
de hallar sentido
en la oscuridad.
La noche no tiene limites
solo es el espejo del vacío
que proyectamos en ella
una coreografía trágica
o un dolor que olvidamos.