Uno sangra el amor propio
Nos reconocemos heridos
Sin que importe grave o levemente
Vemos la sangre caer en las veredas
Sentirnos apartados de nosotros mismos
Y me pregunto quién decide qué tiene que pensar el mundo
Cuál es el lado oscuro de los premios
A cada día su esfuerzo, dicta el maestro
Mitos que se derrumban
Alguien programó al hombre
Y resulta que debe desprogramarse
La posición horizontal lleva a una ceguera voluntaria
Quien no es malo con su prójimo
Quizás llegue a ser justo
Y quien haga el bien se queje de no recibir recompensa
Basta de tanta obsesión
Cuánta atención y desde qué edad
Reconoceremos a los espíritus que nos poseyeron
Cuáles de ellos ya no están más
Y cuáles se sientan con nosotros en la mesa
Es tan extraña la vida
Tan primera y última