Cuando hay música en el alma
el universo danza,
al compás de la esperanza
nuevos sones se cantan.
Despedirse de qué, de quién, de donde
para entrar en el cual, cuando y cuánto.
El desarraigo resuena
en cada extremidad de mi ser,
me embarga la melancolía
y me acecha la angustia,
esa que se nutre por lo irrisorio,
por lo aún no acontecido,
pero que atemoriza y drena el solo pensarlo.
Intensa profundidad
como pozo en el que brotan las emociones,
tan adentro habita el espíritu,
ese que es sagrado,
en medio de todo lo pesado y malvado
no puede ser este aniquilado,
pues de origen fuerte es este gestado.
Descansa alma mía
tu sueño es atemporal,
inusual, inexplicable e inédito
ante mi unidad de medida
del tiempo.
Tal como cuando se extraña a alguien
que ni siquiera se ha ido,
así es la pasión que emana de un alma
que extraña y anhela
desde antes que parta
el amor, la conexión y la fuerza
de ese intrínseco lazo, al cual nada separa.