Yeshuapoemario

EL AMOR Y EL PERDÓN

 

 

En el tejido de la existencia, el amor es el hilo dorado que entrelaza cada corazón en un tapiz de confianza. Como el paciente artesano que, puntada a puntada, repara un delicado encaje, así es el amor, reparando lazos rotos con la suave hebra de la paciencia y la bondad. No es un contador de agravios, sino un jardinero que cultiva la compasión, dejando que las flores del perdón florezcan donde antes solo había espinas de rencor.

 

El amor no se apresura a juzgar, ni se inflama de ira, sino que ve más allá de las faltas, como el escultor ve la estatua dentro del mármol. Es un refugio seguro donde los errores son comprendidos, no como cadenas, sino como peldaños hacia una mayor comprensión. En su esencia, el amor es un acto de fe constante, una creencia inquebrantable en el potencial redentor que reside en cada alma.

 

Así como el sol no lleva cuenta de las nubes que oscurecen su luz, el amor no lleva cuenta de las ofensas, eligiendo iluminar con su perdón incondicional. Es un eco de Jehová, que ve en cada ser humano un reflejo de lo sagrado, digno de amor y libre de la carga de los errores pasados.

 

El amor es un poema sin fin, escrito en el idioma universal de la empatía, recitado en los susurros de la paciencia, y preservado en los anales de la bondad. Es la melodía que resuena en el silencio entre palabras duras, la armonía que se encuentra en el caos de los malentendidos, y la sinfonía que se eleva por encima del ruido de las disputas.

 

En el jardín del espíritu, el amor es el agua que nutre, la luz que energiza, y el suelo que sostiene. Es la promesa de renovación, la seguridad de que, después de la tormenta, vendrá la calma, y con ella, un nuevo crecimiento. El amor es la fuerza que transforma el dolor en sabiduría, el miedo en valentía, y la duda en certeza.

 

Que cada acto de amor sea como una estrella en la noche del desaliento, guiando a los perdidos hacia la esperanza. Que cada palabra bondadosa sea como un bálsamo para las heridas del alma, y que cada gesto de paciencia sea la llave que abre las puertas de la confianza renovada. Porque en el amor, encontramos la esencia misma de la confianza, el fundamento sobre el cual se construye un nuevo mundo más compasivo y armonioso.