El Corbán

LETARGO DE AMOR

La observa en silencio, tendida y tan quieta,

en esa cama absurda que todo lo reta.

El muchacho la mira, lleno de tristeza,

maldice aquel lecho, y su cruel sutileza.

 

Las horas avanzan, el cuarto es tan frío,

y él, sin remedio, maldice el hastío.

Una lagrima le brota, como cruel compañero,

ríe con sarcasmo, del destino, de su amor prisionero.

 

La cama es su cárcel, sin puerta ni llave,

le roba los sueños, la luz que antes sabe.

Ese lecho es un monstruo, tan duro, tan cruel,

que arranca su risa, su esencia y su miel.

 

Pero nada responde, todo sigue igual,

el sueño la envuelve en su abrazo letal.

Él sigue esperando, su alma cansada,

sabe que su amada no será despertada.

 

Y así como ella se desvanece en su letargo,

se lleva el alma del enamorado en un trago amargo.

Ya no queda nada, ni risa ni llanto,

sólo el eco vacío de su amor sin melodía ni canto.