Hoy traigo para mi nieta, un río de ternuras.
Ella es Sol y Luna, desde su vida temprana.
Bella, graciosa y desaparece las amarguras.
Es consentidora y mieles, su risa, desgrana.
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La niña fiel de su padre y la joya de mamá.
Inteligente y notoria, permanece ocupada.
No sé cómo hace pero, su amor es el maná.
Graciosa y bonita su risa nos da a carcajada.
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Es más qué orgullo, lo que, por ella, profeso.
Atesoro sus atenciones amorosas y oportunas.
En su fiel hacer veo el reflejo de su progreso.
Era la niña dispuesta a la acción, desde la cuna.
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¡Es la joya más fina que, me ha dejado, la vida.
Seguro en el Cielo, su padre ve a su consentida!